La caballa (Scomber scombrus) es un pez de cabeza afilada con un cuerpo alargado de color verdoso azulado, recorrido por líneas verticales negras y con un vientre plateado con tonalidades blancas. Presenta unas estructuras parecidas a aletas, llamadas pínnulas en las proximidades de la cola, tanto en el dorso como en el vientre.
Su tamaño mínimo comercial es de 20 centímetros, aunque la caballa puede llegar a medir hasta 50 centímetros.
La caballa es un pez gregario que emprende largas migraciones, por lo que a finales de la primavera se acerca a la costa en grandes bancos entrando en las rías, nadando a medias aguas y en invierno regresa a aguas más profundas de unos 170 m de profundidad.
De jóvenes son omnívoras y se alimenta de detritos orgánicos y de despojos que encuentran en las costas habitadas por los humanos. De adultas se vuelven depredadoras y se alimentan de crustáceos, moluscos, sardinas, y arenques.
En cuanto a su reproducción esta tiene lugar en primavera en la cual las hembras desovan durante la noche, entre 8 y 10 veces, pudiendo llegar a poner entre 200.000 y 400.000 huevos, que eclosionan a los pocos días. Concluida la puesta, las caballas adultas se dispersan por la superficie del mar en busca de alimento para reponer la energía perdida, atacando, en ocasiones a los bancos de sardinas y anchoas.
Es unos de los peces más populares de la región atlántica y ha sido un pescado desde la antiguedad. Su carne es francamente buena, y al horno o a la parrilla aunque también es muy común encontrarla en conserva.
Para capturarla, los pescadores artesanales utilizan el cerco, la línea y el enmalle.