Apostar por el pescado fresco siempre es garantía de mayor calidad, pero dependiendo del tratamiento de conservación y manipulación que se haga de él en el puesto o establecimiento puede echarse a perder siendo incluso un serio riesgo para la salud alimentaria. ¿Cómo podemos entonces identificar cuando estamos ante un punto de venta fiable y comprometido con la calidad y la salud? Hoy queremos darte 6 consejos básicos:
1- El pescado está envuelto por hielo o colocado sobre una base de hielo. Las bajas temperaturas ralentizan el deterioro ya que detienen el crecimiento de bacterias.
2- No hay grandes acumulaciones de pescado. Esto hace que la firmeza de la pieza no se vulnere y es indicativo de una reposición continua y por tanto, de un producto fresco.
3- Está colocado en cajas, sobre una superficie inclinada. Esta forma de presentación facilita la salida de líquidos.
4- No hay fuentes de calor cercanas, ya sea de iluminación o de otro tipo, ya que no facilitan la conservación.
5- No se riega o pulveriza el pescado con agua. Es una forma de enmascarar la falta de frescura, porque le da más brillo cuando está seco.
6- Se manipula el producto con guantes, así se evita que las manos lo contaminen.